lunes, 7 de junio de 2010

¿QUÉ SIGNIFICA SER BUEN PADRE O MADRE?

¿Qué se entiende por ser un buen padre? ¿Cómo es un hijo bien educado? ¿Qué creencias subyacen a estas valoraciones?


Desde el sentido común, a simple vista, es evidente la distancia que existe entre las creencias e ideales de los padres y madres en referencia a cómo deben educar a sus hijos y la forma como lo hacen. En términos teóricos hay una discrepancia entre los estilos de paternidad y las prácticas de crianza.

Las actitudes y comportamientos de los adolescentes distan mucho del ideal de hijo, que los padres y madres tienen. ¿Qué ha fallado? ¿Las creencias son idílicas e irrealizables y por lo mismo, no van de acuerdo con la naturaleza del hijo? ¿Las prácticas de crianza no son compatibles con las creencias? ¿El contexto social no es propicio para formar a los hijos, acorde con las creencias de educación que tienen los padres?

Para la mayoría de los padres y madres, un hijo es la prolongación de la propia existencia y se desea que estos, logren aquello que por diversas circunstancias (a veces solo son excusas), los padres no pudieron alcanzar. Cuando nace un hijo, papá y mamá ven en él la posibilidad de perpetuarse, de hacer de él su más perfecta obra de arte. Es entonces cuando empieza a surgirles un sentimiento de perfección, “yo educaré mejor a mi hijo de cómo me educaron a mí”, “haré todo lo posible para que tenga todo lo mejor”, “yo no le voy a pegar”, “le voy a ayudar en sus tareas”, “cuando vaya a la escuela será el mejor”. No hay duda, todos los padres (papá y mamá) desean lo mejor para sus hijos. Solo que a veces, el amor es tan grande o por desconocimiento, se ubican en los extremos; son tan permisivos que dejan que los hijos hagan todo lo quieran, incluyendo aquellas cosas que a la postre les hace mucho daño; o bien son tan estrictos que no dan libertad a los hijos para que tomen sus pequeñas decisiones, (les dan todo en las manos, les evitan muchos errores; quieren abreviarles el proceso de crecimiento), cayendo en el paternalismo y la sobreprotección: los hacen totalmente dependientes.

Poco a poco los padres y madres van reconociendo su incapacidad de enfrentar las dificultades cotidianas con los hijos y sienten la urgente necesidad de establecer relaciones afectuosas con ellos, piensan que deben hacerlos más responsables, independientes y seguros; crear un ambiente familiar de comprensión, seguridad, apoyo y confianza, hacerse obedecer sin que esto implique una obediencia por poder, sino que sea el resultado de una concientización; desean que sus hijos lleguen a ser adultos responsables, satisfechos, felices y amorosos, intenta darles la mejor formación, pero a veces no saben cómo hacerlo.

Sin embargo, se puede abonar a favor de los padres, que las críticas, carecen de una profunda reflexión de los factores que determinan la paternidad y maternidad; en primer lugar, a nadie le han enseñado a ser padre o madre, las escuelas enseñan artes, técnicas, teorías, pero nadie ha enseñado cómo ser buen padre o madre. En segundo lugar se ha caído en el error de suponer que ser padre o madre es lo más fácil que hay. Y en tercer lugar, los padres de hoy ya no tienen tiempo para ejercer la paternidad; la mayoría de ellos viven una vida muy acelerada y están criando hijos con este mismo ritmo de vida.

Nuestra sociedad, es una sociedad de padres ocupados hasta el estrés. Todo lo justifican: “hay que trabajar”, “hay que ganar”, “hay que tener”, “no hay tiempo para”… “me tengo que ir”… “lo veremos mañana”. Pero ¿y si eso no les vale para nada a los hijos? Tanta lucha: ¿para qué?

Así, los padres y madres, generaciones tras generaciones, han venido corrigiendo a sus hijos bajo el sentido común y la idea que “todo padre tiene la obligación de educar a sus hijos para hacerlos buenos” y tienen la sensación de que lo están haciendo bien; es más, tienen la firme creencia que son ellos quienes establecen los fines y las formas de corrección que aplican sus hijos.

Este compromiso moral y social de los padres y madres de “hacer buenos a los hijos” es lo que comúnmente se llama educar a los hijos; cuando un sujeto no actúa de acuerdo a su rol o estatus, se dice que es un mal educado. Pero, ¿qué características definen a un buen hijo? ¿De dónde ha surgido este compromiso moral y social? ¿Es necesaria la intervención de los padres y madres en la educación de los hijos? Es decir ¿Qué pasaría con un hijo, si no tuviera la intervención de sus padres (papá y mamá)? ¿Qué entienden los padres y madres por educación? ¿Cómo sabe un padre o madre que está educando bien a su hijo? ¿Es cierto que cada padre o madre establece sus propios criterios de educar o están reproduciendo un modelo de corrección que les aplicaron a ellos? ¿Es ésta la muestra más evidente que los padres (papá y mamá) educan a sus hijos de acuerdo a creencias que ha ido construyendo en el devenir de su historia de vida?

La experiencia de vida personal y la observación hacen evidente que el ejercicio de la paternidad y la maternidad se sustenta en el poder, los padres y madres creen que por el simple hecho de serlo, tienen el deber social y moral de intervenir en sus hijos, para ir moldeando sus comportamientos, pero, ¿quién les ha enseñado a educar a sus hijos? A manera de círculo vicioso y sin darse cuenta, la mayoría de los papás y mamás, aplican a sus hijos los mismos procedimientos de corrección que les aplicaron a ellos. El padre y la madre (con marcadas diferencias culturales, ya que en algunos casos, es el padre quien tiene todo el poder) son quienes dicen lo que se puede o no se puede hacer, él o ella mandan en casa, no se les puede ni debe contradecir, ellos saben lo que hacen. Este razonamiento pone a los hijos en una posición de sumisión, obediencia ciega, mientras que papá y mamá se ubican en una posición de autoridad.

La paternidad y maternidad es una función social que se ejerce desde el conocimiento de sentido común (creencias), por lo tanto, con una carga ideológica-cultural que intenta reproducir patrones culturales. En contraparte, la paternidad y maternidad debería ser un conjunto de acciones fundamentadas en saberes disciplinarios y científicos que lleven a la toma de conciencia y reflexión de dicha práctica para la transformación social; se vinculan con otras formas de relación social y procesos socioculturales que se transforman bajo la presión de múltiples factores, no es una cuestión natural.

Por otra parte, la sociedad está cada vez más convulsionada, insegura y violenta. En los reclusorios, la mayoría de los internos vienen de familias desintegradas, o de padres que nunca se preocuparon por ellos. Las escuelas a su vez, reconocen que su labor queda truncada cuando no hay apoyo y colaboración de los padres. La crisis política y económica que sacude a la sociedad, y las que seguirán sacudiendo en el futuro, viene porque se padece otra crisis más dramática y profunda: la educativa, sobre todo la que corresponde a los padres.

Descubrir las creencias en las que los padres y madres de familia sustentan sus acciones, representa comprender las razones, motivos y conductas que presentan ante sus hijos. El ejercicio de la paternidad y la maternidad implica tomar conciencia de todos aquellos factores personales y ambientales que influyen en las acciones que realizan los padres y madres, con referencia a la educación de sus hijos. Conocerse a sí mismo como padre es un reto y un compromiso con uno mismo, los hijos y la sociedad. Todo padre que quiera mejorar su calidad, necesariamente tiene que reconocerse y conocer todos esos aspectos subjetivos por el cual actúa así con sus hijos.
ASPAEF TE AYUDA EN LA EDUCACIÓN DE TUS HIJOS. PREGUNTA, HAS TUS COMENTARIOS Y SUGERENCIAS Y SE TE DARA LA ORIENTACIÓN QUE REQUIERAS, COMUNICATE AL CELULAR 9611292981.